Cannabis en el espacio: la apuesta biotecnológica para la colonización de Marte


En una ambiciosa y rigurosa iniciativa científica, un equipo internacional ha dado un paso significativo hacia la viabilidad de la vida humana más allá del planeta Tierra. Más de 150 semillas de cannabis han sido enviadas al espacio como parte del Proyecto Martian Grow, una misión desarrollada por el Genoplant Research Institute cuyo propósito no es simplemente observar cómo se comporta esta planta fuera del entorno terrestre, sino estudiar su potencial para convertirse en un cultivo esencial en futuras colonias humanas en Marte y otros cuerpos celestes.

El núcleo de esta misión se centra en la cápsula MayaSat-1, lanzada desde la base de Vandenberg, en California. Esta cápsula orbital completó una trayectoria de seis horas en órbita polar terrestre, un trayecto cuidadosamente diseñado para maximizar la exposición de los organismos biológicos a las condiciones espaciales más extremas, especialmente a la radiación solar en zonas donde el campo magnético terrestre es más débil, como los polos. En su interior viajaban, además del cannabis, diversas especies de algas y hongos, todos seleccionados por su importancia potencial en la generación de recursos, oxígeno y nutrientes en ambientes extraterrestres.

El retorno de la cápsula al océano Pacífico marcó el inicio de la fase de análisis. Las semillas han sido trasladadas a laboratorios europeos donde serán objeto de un profundo estudio genético, fisiológico y bioquímico. La investigación se centra en identificar los efectos de la microgravedad y la radiación cósmica en las estructuras celulares de las semillas, con especial atención a mutaciones que puedan generar variedades más adaptadas a entornos hostiles o incluso con propiedades mejoradas desde el punto de vista médico y agrícola.

El líder del proyecto, Božidar Radišič, es un referente en biotecnología vegetal y uno de los principales impulsores de esta línea de investigación. Radišič defiende la elección del cannabis no por su uso recreativo, sino por su inmensa versatilidad. Esta planta puede emplearse como fuente de proteínas, aceites y alimento, así como en la producción de materiales de construcción, textiles, bioplásticos y, por supuesto, medicina. Su ciclo de vida corto, bajo requerimiento hídrico y capacidad para crecer en suelos empobrecidos o contaminados la convierten en una especie excepcionalmente adecuada para ecosistemas cerrados y artificiales como los de estaciones lunares o bases marcianas.

Uno de los aspectos más destacados de este proyecto es el análisis de las mutaciones genéticas inducidas por la radiación cósmica. Según Marshall Porterfield, profesor de ingeniería biológica en la Universidad de Purdue, la exposición prolongada a la radiación espacial puede actuar como un agente de edición genética natural, provocando la activación o desactivación de genes clave, alteraciones en las rutas de señalización celular y la aparición de características fenotípicas únicas. Estas mutaciones podrían dar lugar a cepas de cannabis con propiedades inéditas, más resistentes a condiciones extremas y potencialmente más eficaces en la producción de cannabinoides como el THC y el CBD.

El plan de investigación contempla un ciclo de dos años en el que se cultivarán clones a partir de las semillas expuestas al espacio. Se analizarán factores como el crecimiento radicular, la densidad foliar, la eficiencia fotosintética y la composición química de la planta. Paralelamente, se realizarán ensayos controlados en laboratorios que replican las condiciones del regolito marciano (un suelo altamente mineralizado y carente de materia orgánica), así como en cámaras de gravedad simulada. Estos experimentos son fundamentales para determinar la viabilidad del cultivo a largo plazo fuera de la Tierra.

Además, el cannabis aporta un beneficio ecológico adicional: su capacidad de fitorremediación. Esta planta ha demostrado eficacia en la absorción de metales pesados y otros contaminantes del suelo, lo que podría ser vital para estabilizar los ecosistemas incipientes de una colonia marciana o lunar. La posibilidad de utilizarla tanto para producir biomasa útil como para mejorar el estado del suelo añade una capa de valor estratégico al cultivo.

Desde el Reino Unido, Gary Yates, jefe de cultivo en una empresa de cannabis medicinal, ha subrayado que en contextos donde cada recurso cuenta, el cannabis ofrece un equilibrio óptimo entre rendimiento, adaptabilidad y multifuncionalidad. En su opinión, esta especie representa una plataforma biológica ideal para la construcción de ecosistemas sostenibles más allá de la Tierra.

El Proyecto Martian Grow no es un caso aislado, sino parte de una tendencia creciente en el campo de la astrobiotecnología: la búsqueda de soluciones agrícolas, médicas y estructurales basadas en organismos terrestres adaptados a ambientes espaciales. La combinación de investigación genética avanzada, simulaciones físicas y biología sintética permitirá, a mediano plazo, el diseño de ecosistemas funcionales autónomos capaces de sostener la vida humana durante misiones prolongadas o permanentes fuera del planeta.

En este sentido, el cannabis se perfila como una de las especies más prometedoras para inaugurar la agricultura interplanetaria. No solo por sus múltiples aplicaciones prácticas, sino por su capacidad de generar soluciones integrales en entornos donde cada elemento debe cumplir múltiples funciones. Esta investigación no solo revaloriza el potencial científico del cannabis, sino que amplía el horizonte de lo posible en el diseño de hábitats humanos en Marte y más allá.

Fuentes:

https://martiangrow.com/

https://genoplant.com/mayasat-1/



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