El Vaticano desafía las leyes de Einstein: una reinterpretación matemática revela posibles universos alternativos
Fotografía de sergio_silva16/Pixabay
En un giro inesperado que une fe, ciencia y filosofía, dos sacerdotes del Vaticano han realizado un descubrimiento de gran calado en la física teórica, capaz de cuestionar los fundamentos mismos de nuestra comprensión del universo. Desde las colinas de Castel Gandolfo, sede del Observatorio Vaticano, los físicos y sacerdotes Gabriele Gionti y Matteo Galaverni han publicado en la revista European Physical Journal C un estudio que reinterpreta las ecuaciones de la relatividad general de Albert Einstein, sugiriendo que existen múltiples formas válidas de describir la gravedad... y, con ello, múltiples realidades posibles.
Una reinterpretación del espacio-tiempo
El trabajo se centra en dos formulaciones matemáticas distintas pero derivadas de la misma base teórica: el marco de Jordan y el marco de Einstein. Ambos se utilizan para modelar la gravedad cuando esta se ve influida por la presencia de campos escalares, una clase especial de energía que desempeña un papel central en teorías como la inflación cósmica, la materia oscura y los intentos de unificar la gravedad con la mecánica cuántica.
Tradicionalmente, se asumía que estas dos formulaciones eran equivalentes si se aplicaban correctamente. Sin embargo, Gionti y Galaverni han demostrado que esta equivalencia no siempre se sostiene. Si ciertos parámetros matemáticos dejan de cumplirse —especialmente cuando se rompe la transformación canónica que conecta ambos marcos—, cada formulación puede describir un universo físicamente diferente. Esto significa que el lenguaje matemático que escojamos no solo modela el universo: puede determinar su propia estructura.
El rol de los términos de borde
El corazón técnico del estudio es el formalismo ADM-Hamiltoniano, una herramienta fundamental en la física relativista que permite descomponer el espacio-tiempo en "rebanadas" tridimensionales para estudiar su evolución dinámica. Esta técnica se utiliza ampliamente para formular la relatividad general como una teoría de evolución temporal, algo esencial para combinarla con la física cuántica.
Lo que distingue el trabajo de los autores es la rigurosa inclusión de los llamados términos de borde, que surgen en las fronteras del espacio-tiempo considerado. En la práctica, muchos estudios previos omitían estos términos por considerarlos matemáticamente triviales o irrelevantes. No obstante, Gionti y Galaverni han demostrado que sin estos términos, las ecuaciones de movimiento derivadas son incompletas, lo que lleva a interpretaciones erróneas o parciales de los fenómenos físicos, especialmente en contextos extremos como los agujeros negros o las singularidades.
Al incluir correctamente los términos de borde, los investigadores no solo recuperan las ecuaciones completas, sino que abren la puerta a nuevas soluciones: configuraciones de agujeros negros que no habían sido previstas, singularidades “desnudas” (estructuras sin horizonte de sucesos) e incluso universos enteros con leyes físicas diferentes.
Universos posibles: cuando el lenguaje crea la realidad
El aspecto más provocador de este trabajo es su implicación filosófica: la noción de que la realidad física puede depender de la forma matemática que utilicemos para describirla. Esta idea, que durante mucho tiempo fue dominio exclusivo de los debates metafísicos, adquiere aquí una base rigurosa y cuantificable. Según los autores, cuando la transformación entre el marco de Jordan y el de Einstein se vuelve singular, se rompen los vínculos que permitían considerar ambas formulaciones como equivalentes. A partir de ese momento, surgen universos divergentes, cada uno regido por sus propias leyes.
Este resultado sugiere que no existe una única descripción privilegiada del cosmos, sino una variedad de modelos matemáticos que, dependiendo de las condiciones, pueden representar realidades igualmente válidas pero diferentes. Tal conclusión no solo altera la forma en que entendemos la gravedad, sino que tiene consecuencias de largo alcance para la cosmología, la física de partículas, la inflación cósmica e incluso la estructura misma del Big Bang.
Ciencia y fe: una convergencia inesperada
Más allá del contenido científico, el contexto del descubrimiento también ha llamado la atención de la comunidad internacional. Que un hallazgo tan sofisticado en física teórica provenga de dos sacerdotes que trabajan bajo el amparo de la Santa Sede demuestra que el conocimiento no está limitado por fronteras institucionales, ideológicas ni religiosas.
El Observatorio Vaticano, fundado en el siglo XVI y modernizado en múltiples ocasiones, se consolida así como una institución de vanguardia en la astronomía y la física contemporánea. Esta colaboración entre ciencia y espiritualidad muestra que la razón y la fe pueden no solo coexistir, sino impulsar juntas el avance del conocimiento humano.
Implicaciones futuras
El trabajo de Gionti y Galaverni podría marcar un antes y un después en el desarrollo de teorías unificadas. La corrección del tratamiento de los términos de borde puede llevar a revisar numerosos estudios previos, afectando modelos inflacionarios, teorías de cuerdas, cosmologías alternativas y predicciones sobre la evolución del universo.
Además, esta investigación podría ser relevante en el campo experimental, especialmente si se logran detectar observaciones cosmológicas que distingan entre los universos posibles descritos por cada marco. De ser así, estaríamos ante la posibilidad de comprobar que no solo existe un universo, sino una familia entera de realidades físicas interconectadas, determinadas por nuestras propias herramientas matemáticas.
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