El Cruel Experimento de Federico II: En Busca del Idioma de Adán y Eva

Representación artística del experimento de Federico II Iván Fernández Amil

Federico II Hohenstaufen (1194-1250), emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, fue una de las figuras más fascinantes y contradictorias de la Edad Media. Conocido como Stupor Mundi ("Asombro del Mundo") por su erudición y curiosidad intelectual, su reinado estuvo marcado por avances en derecho, ciencia y cultura. Sin embargo, también fue responsable de uno de los experimentos más inhumanos de la historia: el intento de descubrir el "idioma primigenio" de la humanidad aislando a recién nacidos de todo estímulo lingüístico.  

Este macabro experimento, documentado por cronistas medievales como el fraile franciscano Salimbene de Adam, refleja no solo la obsesión de Federico II por el conocimiento, sino también la crueldad con la que a veces la ciencia ha tratado de responder preguntas fundamentales sobre la naturaleza humana.  

El Contexto Histórico y las Obsesiones de Federico II

Federico II creció en un ambiente multicultural en Sicilia, donde convivían sabios árabes, judíos y cristianos. Su corte fue un centro de traducción de textos clásicos y debates filosóficos. Influenciado por las ideas aristotélicas y la escolástica, el emperador se interesó por cuestiones como el origen del lenguaje, la naturaleza humana y la relación entre experiencia y conocimiento.  

Una de las grandes incógnitas de su época era la existencia de una lengua adámica, el supuesto idioma hablado por Adán y Eva en el Paraíso. Algunos teólogos creían que era el hebreo, mientras que otros especulaban con que podría ser una lengua innata que surgiría espontáneamente en ausencia de influencias externas. Federico II quiso resolver esta cuestión mediante un experimento radical.  

El Experimento: Aislamiento Lingüístico Absoluto  

Según los registros históricos, Federico II ordenó que treinta recién nacidos fueran separados de sus madres y entregados a nodrizas con instrucciones precisas:  

- Las cuidadoras debían alimentar, bañar y mantener con vida a los niños, pero tenían prohibido hablarles, cantarles o mostrarles afecto.  
- El objetivo era garantizar que los infantes no estuvieran expuestos a ningún idioma, para observar si, al crecer, desarrollarían espontáneamente el "lenguaje natural" de la humanidad.  

El experimento se basaba en la hipótesis de que, si el lenguaje era innato, los niños terminarían hablando la lengua original de la especie humana sin necesidad de enseñanza.  

Los Resultados: Una Tragedia Predecible 

El experimento no solo fracasó en su objetivo científico, sino que tuvo consecuencias devastadoras:  

1. Muerte de los Niños: Según Salimbene de Adam, ninguno de los niños logró desarrollar lenguaje alguno. Peor aún, todos murieron antes de poder hablar. Las crónicas sugieren que fallecieron por falta de afecto y estimulación, en línea con lo que hoy conocemos como hospitalismo o síndrome de deprivación afectiva.  
2. Falta de Estímulo Emocional: Estudios modernos en psicología y neurología confirman que los bebés necesitan interacción social para desarrollarse. La privación del contacto humano puede llevar a retrasos severos, trastornos emocionales e incluso la muerte, como en los casos de niños salvajes o en orfanatos con cuidados inhumanos.  
3. Refutación de la Hipótesis: El experimento demostró, sin quererlo, que el lenguaje no es algo que surja espontáneamente en el vacío, sino que se adquiere mediante la interacción social.  

Análisis Ético y Científico

Desde una perspectiva contemporánea, el experimento de Federico II es un claro ejemplo de violación ética. Sin embargo, en su época, los límites de la experimentación humana eran difusos. Aún así, el caso resulta escalofriante por varias razones:  

- Objeto de Estudio Inocente: Los niños fueron tratados como meros instrumentos para satisfacer una curiosidad intelectual, sin consideración por su bienestar.  
- Falta de Marco Teórico Sólido: A diferencia de experimentos posteriores (como los de Psammético I en Egipto, que también buscaban el lenguaje primigenio), Federico II no documentó metodología alguna, solo impuso condiciones brutales.  
- Legado de Crueldad: El experimento se asemeja a otros casos históricos de abuso en nombre de la ciencia, como los estudios de niños salvajes (Víctor de Aveyron) o los experimentos nazis.  

El experimento de Federico II es un recordatorio sombrío de hasta dónde puede llegar la obsesión por el conocimiento cuando se divorcia de la ética. Aunque su objetivo era noble (comprender el origen del lenguaje), los medios fueron inhumanos.  

Hoy sabemos que el lenguaje es una construcción social y cognitiva que requiere estímulo temprano. Estudios como los de Noam Chomsky sobre la "gramática universal" sugieren que hay una predisposición biológica al lenguaje, pero este solo se activa en un entorno social.  

Federico II, pese a su brillantez, no pudo ver más allá de su propia ambición. Su experimento no descubrió el idioma de Adán y Eva, pero sí dejó una lección eterna: la ciencia sin humanidad solo conduce al sufrimiento.  

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