Los hongos: los primeros arquitectos de la Tierra viva
Fotografía de adege/Pixabay
Durante gran parte del siglo XX, la historia de la vida terrestre se construyó bajo un paradigma claro: las plantas fueron las primeras en conquistar los continentes, transformando el paisaje planetario y generando los ecosistemas que hoy conocemos. Sin embargo, una nueva investigación publicada en Nature Ecology & Evolution (Szánthó et al., 2025) ha modificado de manera sustancial este relato evolutivo.
El estudio, liderado por el biólogo evolutivo Lénárd L. Szánthó, ofrece una de las reconstrucciones filogenéticas más completas y precisas del reino Fungi, revelando que su origen se remonta a entre 1.400 y 900 millones de años atrás. Este hallazgo implica que los hongos no solo antecedieron a las plantas, sino que desempeñaron un papel determinante en la transformación geoquímica del planeta, al convertir un entorno rocoso y estéril en un suelo capaz de albergar vida compleja.
El reino invisible que precedió a los bosques
Lejos de ser simples descomponedores, los hongos constituyen uno de los pilares bioquímicos de la biosfera terrestre. Su modo de vida heterótrofo —basado en la absorción de nutrientes externos mediante enzimas excretadas— les permitió actuar como catalizadores del reciclaje mineral y orgánico desde etapas muy tempranas de la evolución terrestre.
El estudio demuestra que, en una época dominada por mares microbianos y atmósferas pobres en oxígeno, los hongos desarrollaron la capacidad de extraer fósforo, hierro y calcio de los minerales, liberando nutrientes esenciales para otros organismos. Este proceso, sostenido durante cientos de millones de años, habría generado las primeras capas de suelo fértil.
Además, los análisis filogenéticos sugieren que los hongos no esperaron a las plantas para abandonar los ambientes acuáticos. En asociación con algas unicelulares ancestrales, formaron alianzas simbióticas primordiales que recuerdan a los líquenes modernos. Estas comunidades bioquímicas cooperativas estabilizaron los primeros suelos y facilitaron la fijación de carbono, sentando las bases ecológicas para la futura diversificación vegetal.
Relojes moleculares y transferencia genética: reconstruyendo el pasado sin fósiles
Uno de los mayores desafíos para la paleomicología es la escasez de fósiles. A diferencia de animales o plantas, los hongos carecen de estructuras duras que perduren en el registro geológico. Para resolver esta limitación, el equipo internacional aplicó un enfoque que combina genómica comparada, modelado molecular y análisis de transferencia horizontal de genes (HGT, por sus siglas en inglés).
Cada especie acumula mutaciones genéticas a un ritmo constante, lo que constituye un “reloj molecular” capaz de medir el tiempo evolutivo. Sin embargo, este reloj necesita puntos de referencia externos. Para ello, los investigadores identificaron 17 eventos de transferencia horizontal de genes entre linajes fúngicos y otros organismos eucariotas, lo que permitió establecer una secuencia cronológica verificable.
La metodología permitió estimar con precisión los periodos de divergencia de los principales grupos fúngicos, estableciendo su aparición al menos mil millones de años antes del registro fósil más antiguo conocido (500 Ma). Esta evidencia molecular redefine la cronología de la vida terrestre y demuestra que los hongos constituyen una de las ramas eucariotas más antiguas y resilientes del planeta.
La Tierra antes de las plantas: un paisaje fúngico
Los resultados sugieren un escenario planetario dominado por biofilms y colonias fúngicas que habitaban las zonas intermareales, grietas rocosas y bordes húmedos del terreno primitivo. En estos ambientes, las hifas fúngicas —estructuras filamentosas microscópicas— disolvían gradualmente los minerales, generando una matriz rica en nutrientes que permitió la evolución de los primeros ecosistemas edáficos.
Este proceso constituyó una auténtica ingeniería geoquímica a escala planetaria. Los hongos fueron capaces de alterar la composición química de la superficie terrestre, generando microhábitats estables y regulando los flujos de carbono y nitrógeno.
De acuerdo con los modelos geoquímicos del estudio, estas interacciones habrían desempeñado un papel crucial en la transición de la Tierra primitiva a un planeta biótico, al aumentar la retención de agua y la disponibilidad de elementos esenciales para la vida multicelular.
Simbiosis primitiva: la “prehistoria verde”
Las simulaciones filogenéticas realizadas por el grupo de Szánthó indican que las primeras interacciones simbióticas entre hongos y algas ocurrieron entre 1.253 y 797 millones de años atrás, mucho antes de la diversificación de las plantas terrestres. Este período, conocido informalmente como la “prehistoria verde”, representa la génesis de las relaciones simbióticas que hoy sustentan los ecosistemas.
A partir de esas alianzas moleculares emergieron las micorrizas, redes subterráneas de hifas que facilitan el intercambio de nutrientes y agua entre plantas y hongos. Estas redes, aún esenciales en los bosques modernos, son herederas directas de aquella cooperación primitiva que moldeó la ecología planetaria.
Los hongos como ingenieros ecológicos y bioarquitectos
Si los corales erigen arrecifes y las plantas estructuran selvas, los hongos fueron los primeros arquitectos biogeoquímicos de la Tierra. Su actividad metabólica, combinada con su capacidad simbiótica, generó los primeros circuitos de materia y energía sostenibles del planeta.
En términos funcionales, los hongos establecieron el modelo de economía ecológica cerrada, donde los desechos de unos organismos se convierten en el recurso de otros. Este principio, aún vigente en los ecosistemas actuales, permitió que la biosfera evolucionara hacia sistemas cada vez más complejos y estables.
Hoy, su legado persiste en todos los niveles de la vida terrestre: reciclaje de carbono, fertilidad del suelo, simbiosis vegetal, control de patógenos y equilibrio climático. Además, las investigaciones recientes en micología aplicada han inspirado el desarrollo de biomateriales sostenibles y fármacos de nueva generación, demostrando que su influencia trasciende lo ecológico para alcanzar lo tecnológico y biomédico.
El verdadero génesis de la vida terrestre
El trabajo de Szánthó y su equipo redefine la narrativa evolutiva de nuestro planeta. Los hongos no fueron actores secundarios, sino los protagonistas silenciosos del origen de la vida terrestre. Su acción conjunta con las algas moldeó la geología, transformó la atmósfera y preparó el terreno para la aparición de la flora y la fauna que dominarían los siguientes eones.
Este descubrimiento no solo amplía la línea temporal de la evolución, sino que también invita a repensar la relación entre biología y geología: la vida no solo surgió sobre la Tierra, sino que la construyó. En ese proceso, los hongos desempeñaron el papel del ingeniero primordial, el arquitecto biológico del planeta habitable.
Referencia científica ⬇️
Szánthó, L. L. et al. (2025). The early diversification of Fungi reshapes the timeline of terrestrial colonization. Nature Ecology & Evolution. DOI: 10.1038/s41559-025-02851-z
-