Una libélula fósil inédita del Cretácico superior en Canadá: implicaciones evolutivas y paleoecológicas

Ilustración generada con Inteligencia Artificial (ChatGPT)

El registro fósil constituye una herramienta fundamental para comprender la historia evolutiva de los organismos y los ecosistemas que habitaron la Tierra. En este contexto, los insectos suelen ocupar un lugar secundario en comparación con los grandes vertebrados mesozoicos, a pesar de su papel clave en el funcionamiento ecológico. Un reciente hallazgo en el Parque Provincial de los Dinosaurios (Alberta, Canadá) ha puesto de relieve esta dimensión poco explorada de la paleontología: el descubrimiento de una nueva especie de libélula del Cretácico superior, datada en aproximadamente 75 millones de años, ha permitido identificar un linaje nunca antes registrado en el planeta.

El estudio, publicado en la revista Canadian Journal of Earth Sciences (DOI: 10.1139/cjes-2024-0162), describe a Cordualadensa acorni como representante de una nueva familia taxonómica, Cordualadensidae, lo que amplía de forma significativa el conocimiento sobre la diversidad y evolución de las odonatas mesozoicas en Norteamérica.

El contexto del descubrimiento

El Parque Provincial de los Dinosaurios constituye uno de los yacimientos paleontológicos más estudiados del mundo, reconocido por su abundancia de restos de dinosaurios, reptiles y plantas mesozoicas. Sin embargo, los insectos fósiles en esta región eran prácticamente inexistentes, con registros limitados a ejemplares microscópicos conservados en ámbar. El hallazgo de Cordualadensa acorni, identificado a partir de un ala fósil en un estrato de 75 millones de años, constituye un punto de inflexión al documentar por primera vez la presencia de odonatas mesozoicas en Canadá mediante impresiones fósiles, un tipo de preservación rara en esta zona geológica.

La calidad de conservación ha permitido identificar con precisión las nervaduras alares, un rasgo fundamental en la clasificación y reconstrucción funcional de las libélulas. La morfología sugiere adaptaciones al planeo prolongado, comparables al comportamiento migratorio de algunas especies actuales como Pantala flavescens, que recorren miles de kilómetros durante su ciclo vital.

Implicaciones evolutivas y ecológicas

Uno de los aspectos más relevantes de este fósil es que cubre un vacío de más de 30 millones de años en el registro evolutivo de las libélulas en Norteamérica. Hasta ahora, existía un hiato significativo en el que no se disponía de evidencia fósil de odonatas para el Cretácico tardío, limitando las inferencias sobre su diversificación y papel ecológico en ese período.

La reconstrucción del ecosistema sugiere que Cordualadensa acorni, con una envergadura de aproximadamente 12 centímetros, habría sido un depredador eficaz de pequeños insectos, al tiempo que servía de presa para reptiles voladores y dinosaurios de menor tamaño. Su existencia pone de relieve que los insectos, lejos de ser actores secundarios, fueron elementos estructurales en las redes tróficas mesozoicas, desempeñando un papel esencial en el mantenimiento del equilibrio ecológico.

Ciencia, divulgación y legado cultural

El epíteto específico acorni fue asignado en homenaje a John Acorn, divulgador científico canadiense reconocido por su labor en la popularización de la entomología y la historia natural a través del programa televisivo “Acorn, the Nature Nut”. Este gesto ilustra la interacción entre ciencia, cultura y educación, recordando que los nombres científicos no solo cumplen una función taxonómica, sino también simbólica, al reconocer contribuciones intelectuales y sociales al conocimiento natural.

Cabe destacar que el fósil fue descubierto por un estudiante universitario durante una práctica de campo, lo que evidencia la relevancia de la formación académica y de la participación de jóvenes investigadores en el avance científico. Este hecho subraya que, incluso en yacimientos exhaustivamente explorados, la observación minuciosa y la mirada fresca pueden conducir a descubrimientos de gran trascendencia.

Relevancia para la paleontología de insectos

El hallazgo de Cordualadensa acorni constituye más que una curiosidad entomológica. Representa la apertura de una nueva línea de investigación en el estudio de insectos fósiles de Norteamérica y plantea la necesidad de revisar formaciones geológicas previamente consideradas poco prometedoras para este tipo de preservación. Cada impresión fósil aporta información crucial sobre la morfología, la biomecánica y las relaciones filogenéticas de insectos que desempeñaron funciones críticas en ecosistemas desaparecidos.

De manera más amplia, este descubrimiento pone de manifiesto la importancia de integrar el estudio de invertebrados fósiles en la paleontología mesozoica, disciplina aún dominada por la investigación en grandes vertebrados. Comprender la dinámica de los ecosistemas antiguos exige considerar a los insectos como componentes clave en las interacciones ecológicas y en los procesos de coevolución con plantas y animales.

El hallazgo de Cordualadensa acorni en Alberta no solo amplía el registro fósil de las odonatas, sino que redefine el conocimiento sobre la biodiversidad del Cretácico superior en Norteamérica. Su inclusión en una nueva familia taxonómica, Cordualadensidae, resalta la singularidad de este linaje y llena un vacío crítico en la historia evolutiva de las libélulas.

Más allá de su valor sistemático, este fósil constituye una evidencia tangible del papel crucial de los insectos en los ecosistemas mesozoicos y abre nuevas vías de investigación sobre la paleobiología de los invertebrados. Su descubrimiento, producto de la colaboración entre ciencia, educación y divulgación, recuerda que la historia natural aún guarda secretos, incluso en los lugares más estudiados, y que cada hallazgo —por pequeño que parezca— puede transformar de manera profunda nuestra comprensión de la evolución de la vida en la Tierra.

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