Un paso decisivo en la neurociencia: descubren neuronas clave en la amígdala cerebral que regulan la ansiedad, el aislamiento y la conducta social

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Un equipo de investigadores del Instituto de Neurociencias de Alicante ha realizado un hallazgo que podría revolucionar el tratamiento de trastornos afectivos como la ansiedad, la depresión y el autismo. En un estudio liderado por el laboratorio de Fisiología Sináptica, bajo la dirección del doctor Juan Lerma, se ha identificado un grupo específico de neuronas localizadas en la amígdala cerebral cuya disfunción influye de manera directa en la aparición de alteraciones emocionales y sociales.

La amígdala, una estructura cerebral profundamente involucrada en la regulación de las emociones, ha sido durante décadas objeto de estudio en trastornos del estado de ánimo. Sin embargo, esta nueva investigación ha logrado aislar y manipular con precisión un circuito neuronal que parece ser determinante en el desarrollo de comportamientos patológicos.

Para ello, los científicos utilizaron ratones modificados genéticamente para sobreexpresar el gen Grik4, responsable de aumentar la densidad de receptores de glutamato del subtipo GluK4 en ciertas regiones neuronales. Esta sobreexpresión incrementó la excitabilidad de las neuronas, generando en los animales síntomas muy similares a los observados en humanos con trastornos del espectro autista, esquizofrenia y ansiedad severa. Entre ellos destacan el aislamiento social, la hipersensibilidad emocional y la reducción en la interacción social.

Lo más significativo del estudio fue la reversión de estos síntomas mediante una intervención precisa. Los investigadores lograron restaurar el equilibrio funcional entre las neuronas excitadoras de la amígdala basolateral y las neuronas inhibidoras de la amígdala centrolateral, conocidas por su papel en el control de las respuestas emocionales. Esta restauración se llevó a cabo exclusivamente en las neuronas de la amígdala, utilizando técnicas de ingeniería genética combinadas con vectores virales modificados, capaces de actuar con una elevada especificidad celular.

El resultado fue contundente: los ratones tratados recuperaron comportamientos normales, reduciendo la ansiedad y mejorando significativamente su interacción social. Más aún, cuando este procedimiento se aplicó a ratones no modificados que presentaban ansiedad espontánea, también se logró una reducción de sus síntomas. Esto valida la hipótesis de que el mecanismo neuronal descubierto no depende exclusivamente de una alteración genética preexistente, sino que representa un principio general sobre la regulación de emociones en el cerebro.

A pesar del éxito en la restauración de conductas sociales y emocionales, algunos déficits se mantuvieron, como el relacionado con la memoria de reconocimiento de objetos. Esto sugiere que otras regiones cerebrales, como el hipocampo —conocido por su implicación en la memoria y el aprendizaje—, también están involucradas en estos trastornos y requerirían intervenciones específicas.

La importancia de este estudio radica en su capacidad para abrir nuevas rutas terapéuticas. En lugar de los tratamientos convencionales basados en fármacos de acción generalizada, que suelen implicar numerosos efectos secundarios y una eficacia limitada, esta investigación plantea una estrategia altamente focalizada, molecularmente dirigida a los circuitos neuronales específicos responsables de la disfunción emocional.

Desde el punto de vista clínico y científico, estamos ante un avance de gran impacto. La manipulación dirigida de los circuitos de la amígdala podría convertirse en una herramienta efectiva para tratar trastornos afectivos graves, con una precisión terapéutica sin precedentes. Este estudio no solo mejora nuestra comprensión de las bases neuronales de la ansiedad y otras patologías similares, sino que también propone un nuevo paradigma en el abordaje de la salud mental.

En un contexto donde los trastornos mentales afectan a millones de personas a nivel mundial, este tipo de investigaciones representa una esperanza real para el desarrollo de terapias más eficaces, personalizadas y con menor carga farmacológica. La neurociencia avanza hacia una medicina de precisión, y estudios como este nos acercan cada vez más a lograrlo.

Fuente oficial ⬇️
Grupo de Fisiología Sináptica – Instituto de Neurociencias UMH-CSIC

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