Micelio como modelo estructural: la ingeniería del futuro inspirada en los hongos
Fotografía de KELLEPICS/Pixabay
En un momento donde la ingeniería y la sostenibilidad convergen como necesidades urgentes, una línea de investigación disruptiva ha comenzado a germinar —literalmente— desde el subsuelo. Científicos de la Universidad de Binghamton y la Universidad de California, Merced, han logrado replicar una propiedad mecánica fundamental a partir de una fuente tan inesperada como prometedora: la estructura interna de ciertos hongos. El hallazgo, publicado en la revista Advanced Engineering Materials, plantea que reorganizando la arquitectura interna de un material sin cambiar su composición química, es posible duplicar su rigidez, abriendo así nuevas fronteras en el diseño estructural bioinspirado.
La clave está en las hifas: ingeniería a escala microscópica
El estudio parte de la observación del micelio, la red subterránea que constituye la parte viva del hongo, compuesta por hifas, filamentos celulares que crecen en patrones complejos y, en muchos casos, altamente organizados. Estos hilos microscópicos, además de formar las estructuras que sostienen al hongo, presentan un comportamiento mecánico variable según su disposición interna. Los investigadores compararon dos especies representativas: el champiñón blanco (Agaricus bisporus), cuyas hifas presentan una disposición aleatoria, y el maitake (Grifola frondosa), donde las hifas siguen una alineación coherente.
La diferencia entre ambas especies, aunque invisible a simple vista, es radical desde el punto de vista estructural. Mientras el champiñón blanco muestra una resistencia uniforme, pero débil, ante fuerzas aplicadas desde cualquier dirección, el maitake exhibe una rigidez significativamente mayor en la dirección en la que sus hifas están orientadas.
Modelos computacionales de inspiración natural
Para validar estas observaciones, el equipo científico construyó modelos computacionales tridimensionales utilizando diagramas de Voronoi, una herramienta matemática capaz de reproducir las estructuras celulares ramificadas del micelio. Al simular la aplicación de fuerzas mecánicas sobre estas estructuras digitales, los investigadores observaron que la simple reorientación de los filamentos internos del modelo aumentaba la rigidez hasta un 100%, sin necesidad de cambiar materiales ni añadir refuerzos químicos.
Este resultado desafía los paradigmas tradicionales de la ingeniería de materiales, que suelen centrarse en la alteración química, la adición de aditivos o la creación de compuestos avanzados. En cambio, este enfoque se basa en la optimización geométrica interna, siguiendo principios ya desarrollados por la evolución biológica.
Aplicaciones potenciales: del laboratorio al mundo real
Las implicaciones del estudio abarcan múltiples sectores. En la aeronáutica, por ejemplo, donde el peso y la resistencia estructural son factores determinantes, un diseño basado en micelio permitiría crear componentes más ligeros y resistentes sin recurrir a materiales costosos o difíciles de reciclar. Las alas de un avión, los paneles de un dron o las estructuras internas de un satélite podrían beneficiarse de este tipo de modelado estructural.
En medicina, la capacidad de ajustar la rigidez interna de un material sin alterar su composición es particularmente valiosa para el diseño de prótesis ortopédicas o implantes biomédicos. Poder imitar la flexibilidad y resistencia del hueso humano sin introducir materiales extraños al cuerpo puede reducir significativamente el rechazo inmunológico y mejorar la integración funcional del implante.
Asimismo, el diseño de empaques sostenibles y productos biodegradables fabricados con micelio —una tendencia emergente en la industria ecológica— podría perfeccionarse. Mediante el control del crecimiento de las hifas, se podrían fabricar productos con resistencia personalizada, ajustada al tipo de uso, sin alterar la base material biodegradable.
En arquitectura y construcción ecológica, este principio podría conducir al desarrollo de paneles estructurales inteligentes, con rigidez variable según el ángulo de carga, eliminando la necesidad de refuerzos adicionales y reduciendo el impacto ambiental de la obra.
Ingeniería bioinspirada: un nuevo paradigma racional
Lo más revelador de este hallazgo es que inaugura una nueva era en el diseño bioinspirado: ya no es necesario copiar intuitivamente a la naturaleza, sino que ahora se puede modelar digitalmente su funcionamiento, probarlo y predecir con exactitud su comportamiento. Esto permite a los ingenieros trabajar de forma más eficiente, económica y sostenible, reduciendo los ciclos de prueba y error, y evitando el desperdicio de materiales.
Este nuevo enfoque convierte al diseño estructural basado en la naturaleza en una ciencia exacta, en lugar de una aproximación estética o filosófica. En este contexto, el micelio ya no es solo un símbolo de sostenibilidad, sino una guía funcional para optimizar la resistencia y eficiencia de todo tipo de estructuras.
Una lección desde el subsuelo
Los hongos, a menudo invisibles o ignorados, están mostrando un potencial transformador que trasciende la biología. Este estudio demuestra que sus estructuras internas no solo son útiles para su propia supervivencia, sino que pueden enseñarnos cómo organizar la materia de forma más eficiente, ecológica y resistente.
Tal como lo expresa Mir Jalil Razavi, uno de los autores del estudio:
“Apenas estamos comenzando a aprender lo que la naturaleza puede enseñarnos.”
Este enfoque también plantea un cambio de mentalidad: en lugar de buscar nuevos materiales que muchas veces son difíciles de producir, reciclar o transportar, podríamos reestructurar lo que ya tenemos, inspirándonos en organismos que han optimizado su diseño durante millones de años de evolución.
El micelio, ese entramado de vida oculta bajo la superficie, podría convertirse en el nuevo modelo para la ingeniería del siglo XXI. Su estructura interna demuestra que la forma es tan importante como la sustancia, y que la resistencia no siempre proviene de materiales complejos, sino de una distribución inteligente de lo simple.
Este descubrimiento no solo abre nuevas vías tecnológicas, sino que también devuelve a la naturaleza un papel central en el diseño de nuestras infraestructuras. Observar un hongo en el bosque ya no será solo una experiencia biológica, sino una mirada al futuro de la ingeniería.
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Referencia científica ⬇️
Razavi, M. J., et al. (2024). Fungal-Inspired Architected Materials with Tunable Mechanical Anisotropy. Advanced Engineering Materials.