El Declive del Coeficiente Intelectual: Un Fenómeno Multicausal en Revisión Científica

Ilustración de chenspec/Pixabay

Durante el siglo XX, el incremento sostenido del coeficiente intelectual (CI) se convirtió en un indicador del progreso humano. Este fenómeno, conocido como Efecto Flynn, fue documentado por el politólogo neozelandés James R. Flynn, quien observó un ascenso promedio de tres puntos de CI por década, atribuible a mejoras en nutrición, acceso educativo, urbanización, salud pública y alfabetización. No obstante, desde mediados de la década de 1970, investigaciones científicas han evidenciado un punto de inflexión: los puntajes de CI no solo han dejado de aumentar, sino que están disminuyendo en múltiples países industrializados, lo que ha generado un amplio debate en los ámbitos de la neurociencia, la sociología y la salud pública.

Evidencia Científica del Descenso Cognitivo

El estudio más influyente sobre esta inversión de tendencia fue llevado a cabo por el Centro de Investigación Económica Ragnar Frisch (Noruega) y publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Esta investigación analizó los resultados de pruebas de CI de aproximadamente 750.000 varones noruegos nacidos entre 1962 y 1991. Los datos evidenciaron que, tras décadas de incremento, el puntaje promedio de CI comenzó a declinar después de 1975, con una reducción estimada de siete puntos por generación.

Este fenómeno no es exclusivo de Noruega. Estudios paralelos han confirmado disminuciones similares en países como Francia, Dinamarca, Finlandia, Reino Unido y Países Bajos. En Estados Unidos, un análisis publicado en la revista Intelligence, utilizando los datos del Synthetic Aperture Personality Assessment Project (SAPAP), examinó las respuestas de casi 400.000 ciudadanos y concluyó que las capacidades cognitivas clave —razonamiento lógico, vocabulario, resolución visual de problemas y habilidades matemáticas— están en declive.

Factores Determinantes: Una Causalidad Compleja

La reversión del Efecto Flynn no puede atribuirse a una única causa. En su lugar, la literatura científica sugiere un entramado multicausal, en el cual confluyen factores ambientales, culturales, tecnológicos y biológicos.

Cambios en los Sistemas Educativos

Las reformas curriculares, la desestructuración del contenido académico, la disminución de la exigencia intelectual y la incorporación indiscriminada de tecnología en el aula han modificado la dinámica cognitiva de los entornos escolares. Los actuales modelos pedagógicos, más orientados a lo visual y colaborativo, podrían estar limitando el desarrollo de habilidades tradicionales evaluadas por los test de CI, como la memoria, el pensamiento abstracto o el razonamiento analítico.

Nutrición y Neurodesarrollo

El desarrollo cerebral durante la infancia está estrechamente vinculado a la disponibilidad de micronutrientes como hierro, zinc, ácidos grasos omega-3 y yodo. A pesar de que en muchos países ha mejorado la ingesta calórica, la calidad nutricional se ha deteriorado drásticamente, favoreciendo el consumo de alimentos ultraprocesados. La malnutrición funcional —es decir, dietas hipercalóricas pero pobres en nutrientes esenciales— representa un factor de riesgo para el deterioro cognitivo colectivo.

Tecnologías Digitales y Cognición Fragmentada

El acceso constante a pantallas, redes sociales y contenido audiovisual ha reconfigurado los modos de atención y procesamiento de información. Las interacciones breves, multitarea y orientadas al entretenimiento rápido reemplazan actividades cognitivamente exigentes como la lectura prolongada, la escritura reflexiva o el razonamiento complejo. Esta exposición continuada a estímulos digitales podría estar afectando negativamente el desarrollo de la atención sostenida, la memoria operativa y la autorregulación emocional.

Contaminación Ambiental y Neurotoxicidad

Investigaciones emergentes relacionan la exposición a contaminantes ambientales —plomo, mercurio, pesticidas, ftalatos, bisfenoles y otros disruptores endocrinos— con alteraciones del sistema nervioso central. Estos compuestos afectan especialmente a los cerebros en desarrollo y se vinculan con problemas de aprendizaje, trastornos de atención e incluso disminuciones del CI poblacional. La exposición crónica a neurotóxicos puede tener efectos duraderos e intergeneracionales.

El Debate sobre la Medición de la Inteligencia en la Era Digital

Una parte de la comunidad científica plantea una crítica estructural a la validez de los test tradicionales de CI. La neuropsicóloga Katherine Possin, del Centro de Memoria y Envejecimiento de la Universidad de California en San Francisco, sugiere que el aparente declive del CI podría deberse a una desactualización de las herramientas de medición, más que a una pérdida real de capacidades cognitivas.

Según esta visión, el entorno digital ha transformado las habilidades humanas hacia nuevas formas de procesamiento de información, resolución de problemas no lineales, interacción con algoritmos y navegación en ecosistemas informativos complejos. La inteligencia moderna podría implicar competencias que aún no son evaluadas por los instrumentos psicométricos clásicos. En este contexto, propuestas como la teoría de las inteligencias múltiples (Howard Gardner) o la inteligencia adaptativa cobran mayor relevancia.

Implicaciones Sociales y Científicas

El descenso del CI plantea desafíos urgentes en múltiples ámbitos:

Educación: Es necesario replantear los sistemas pedagógicos, equilibrando la innovación tecnológica con prácticas que favorezcan el pensamiento crítico, la lectura profunda y el razonamiento abstracto.

Salud pública: Urge implementar políticas alimentarias que garanticen una nutrición óptima desde la gestación, así como estrategias para minimizar la exposición a contaminantes ambientales.

Neurociencia cognitiva: Se requieren nuevos modelos teóricos y métricas más amplias para evaluar la inteligencia en un contexto social, cultural y tecnológico cambiante.

Ética y gobernanza: El debilitamiento cognitivo de la población podría tener consecuencias en la toma de decisiones colectivas, en la democracia informada y en la resiliencia ante la desinformación.

El retroceso del coeficiente intelectual no debe interpretarse de manera reduccionista como un simple deterioro de la inteligencia humana. Es, más bien, el reflejo de una transformación profunda de los contextos que históricamente la promovieron. Las condiciones sociales, educativas, tecnológicas y ambientales que una vez impulsaron el Efecto Flynn ahora podrían estar contribuyendo a su inversión. Este fenómeno constituye una señal de alarma, pero también una oportunidad crítica para repensar cómo cultivamos, preservamos y expandimos el potencial cognitivo de las futuras generaciones.


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Fuentes científicas ⬇️

Bratsberg, B., & Rogeberg, O. (2018). Flynn effect and its reversal are both environmentally caused. PNAS, 115(26), 6674–6678. 


Dworak, E. M., et al. (2023). Cognitive abilities in decline? Evidence from a large sample of US adults. Intelligence, 97, 101726. 

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